Se ha preguntado alguna vez ¿qué satisfacción malsana puede ocasionar la violencia contra la mujer? En lo que va del año 116 mujeres han muerto víctimas de violencia en nuestro país y detrás de cada caso hay un historial de abuso, vejaciones, humillaciones y finalmente una muerte cruel.
Cada 25 de octubre se conmemora el Día de la no violencia contra la Mujer, una fecha que nos invita a reflexionar sobre esta realidad que sacude a cientos de mujeres a diario y de la cual muchas veces no pueden escapar. ¿Pero por qué si hay tantos mensajes y campañas no se frena esta situación?
“Hace falta leyes más drásticas y mayor protección del estado hacia la mujer, no es solo violencia doméstica es una violación a los derechos humanos que debe ser entendida así por la justicia, solo de esa forma se podrá frenar la violencia contra la mujer” sostuvo Maria Isabel Cedano, especialista en Derechos Humanos de DEMUS.
Y es que cuando una mujer es sometida a violencia, su dignidad y autoestima quedan anuladan de tal forma que es incapaz de defenderse o denunciar a su agresor. Según las cifras del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Humano, más del 57% de las víctimas de femenicidio padeció extrema violencia física antes de su muerte, siendo así inhabilitadas y sometidas a causa del dolor. ¿Qué se puede hacer ante esta situación?
“Se necesita una política de estado integral para afrontar la violencia contra la mujer, que contemple una política educativa de prevención, una cultura de derechos humanos contra el machismo y una política de salud mental para recuperar a las victimas de violencia, no basta solo una herramienta legal, es necesaria una asistencia psicológica.
DEMUS viene trabajando con mujeres campesinas, analfabetas y de extrema pobreza, a través de escuelas de lideresas, a quienes se les enseña a defender sus derechos y estas a su vez, enseñan a otras mujeres a recuperar su autoestima a quererse y desarrollarse.
Reconstruir a una mujer violentada es obra de muchos años, paciente y delicada tarea que atraviesa los estamentos más íntimos y las heridas más hondas.
Si bien la denuncia no siempre frena la violencia, es el primer paso para que la victima recupere su humanidad y fortaleza.
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